Antes de que el príncipe Felipe se interesara por el rey Salomón, lo que llevaría a un interés más concreto por su actividad constructora y que a su vez desembocaría en el Monasterio de El Escorial, Carlos V se había interesado por la casa de David. Debemos tener en cuenta que en esa época de erudición clásica y bíblica preconizada por los grandes humanistas, los intereses lógicos de los Austrias apuntaban sobre todo a los emperadores de la Roma y la Grecia clásica y a la época dorada del Imperio Germánico con Carlomagno. Sin embargo ese era el mundo pagano, difícil de conciliar con el cristianismo y el mito de Carlos V como héroe religioso, que pasaba por la exaltación de la idea de «príncipe virtuoso» practicante de las virtudes cristianas.
El esplendor de Roma sólo había sido alcanzado por los Reyes de Judá, especialmente por David y Salomón. Y el que Jesucristo perteneciese a la casa de David encajaba muy bien con la legitimización que buscaron los Austrias en sus complicadas dinastías, en las que habían confluido las coronas castellanas, aragonesas, suritalianas, borgoñonas y austriacas, y finalmente el mismo Imperio. La moda, en este período de conflictos religiosos, pasaba de las comparaciones con figuras mitológicas como Apolo y Hércules a los caudillos y césares griegos y romanos y, como no, a las figuras bíblicas. La mayoría de los personajes bíblicos eran sencillos jefes de tribus o personas de grandes virtudes. Sin embargo, los reyes David y Salomón gobernaron con un sistema hereditario un potente reino formado por el conjunto de las tribus de Israel y Judá, con diferentes razas y religiones. También los reyes bíblicos tenían grandes virtudes, lo que encajaba muy bien con el uso propagandístico que se hacía siempre de estos paralelismos históricos. Como nos recordó Checa Cremades, este especial humanismo neerlandés, elaboración original de religión cristiana y cultura clásica tuvo su principal valedor en Erasmo de Rotterdam.
Como curiosidad, señalaremos que a finales del siglo XV, el fraile catalán Joan Alemany predijo que un monarca español, como un nuevo David, capitanearía una nueva cruzada sobre Jerusalén contra el Goliat otomano desde el Norte de África (Delno C. West y August Kling, The "Libro de las profecías" of Christopher Columbus, p. 34, Gainsville, Univ. Florida, 1991). El inacabado último libro de Colón, en el que trabajó hasta poco antes de su muerte en 1506, se titulaba Liber sive Manipulus de auctoritatibus, dictis, ac sententiis et prophetis circa materiam recuperande sancte civitatis, et montis Dei Syon, una colección de citas proféticas enmarcadas en su conocida obsesión por la recuperación de Jerusalén desde que hizo su primer viaje a América. Colón esperaba descubrir las minas del Rey Salomón para financiar la cruzada que él mismo capitanearía.
a) La joyeux entrée en Brujas y el manuscrito de Remy du Puys (1515)
Es curioso que al principio la imagen de sabiduría y buen gobierno de Salomón era la buscada por Carlos y que muy pronto su actitud guerrera, aunque se le presentaba como legítimo defensor de sus territorios, hizo que le encajara mejor la imagen del rey David. Una de sus más famosas armaduras tenía grabada la escena de David venciendo a Goliat, como muestra del débil que vence al fuerte agresor. Incluso Erasmo avisará al príncipe de que las guerras le podían llevar a parecerse más a David que a Salomón, lo que se cumpliría literalmente. Este paralelismo será una constante en la casa de Austria, ya desde los años de juventud de Carlos, aún sólo Conde de Flandes. Hasta en el año 1558 el hermano de Carlos V y nuevo emperador Fernando I recibió en Praga a su hijo el archiduque Fernando con un programa dinástico en el que aparecía el mismo Carlos V y que el cronista anónimo compara con la recepción que los hebreos hicieron a David tras vencer a Goliat (Le solemni pompe [...] imperadore Ferdinando primo, nella cittá di Praga, 1558.
- Remy du Puys, La tryumphante et solennelle entrée faicte sur le Joyeulx advenément de Treshault et trespuissant prince Monseigneur Charles Prince des espagnes Archiduc daustrice etc. en la ville de Bruges [...], Österreichische Nationalbibliotheck, Viena, Cod. Vindod. nº 2591. Se imprimió posteriormente en París (1515) con algunas modificaciones y grabados en madera.
- Cfr. Fernando Checa Cremades, Carlos V. La imagen del poder en el Renacimiento, p. 53 y 54s, Ed. El Viso, Madrid, 1999.
- Carolus. Charles Quint 1500-1558, pp. 194-195, SDZ, Gante, 1999
b) Erasmo de Rotterdam y su Institutio Principis christiani (Lovaina, 1516)
El entonces archiduque Carlos, cuando sólo gobernaba los Países Bajos a sus 16 años y aún le faltaba un año para gobernar sobre los reinos españoles recibió un regalo inesperado. Nada menos que el gran humanista holandés Erasmo de Rotterdam (1469-1536), como comienzo de una larga cadena de consejeros de príncipes, le dedicaba un libro sobre la educación de los gobernantes: el Institutio Principis christiani (Lovaina, 1516). Un año antes, Jean le Sauvage, canciller de Bravante y protector de Erasmo, lograba para éste el título de consejero del joven Conde. Su primera obligación fue redactar un pequeño manual para su pupilo. De antigua tradición remontada hasta Carlomagno, fue en la Edad Media cuando proliferaron estos escritos con la Instrucción de príncipes de Santo Tomás. En el Renacimiento fue determinante la aparición de El príncipe de Maquiavelo (1513), ya que se trataba de un vuelco radical en las doctrinas que relacionaban a gobernantes y estados.
En su libro, el gran humanista holandés advertía al príncipe que si se convertía en un rey guerrero Dios no le dejaría construir su Casa como le había ocurrido antes a David, que tuvo que esperar a ver como su hijo Salomón le edificó un Templo. Erasmo da al Templo el sentido de la unión de los cristianos en una única Iglesia, y ese es el sentido que veremos después en los años anteriores a la gestación de El Escorial en plumas tan importantes como la del cardenal Reginald Pole, el profesor Felipe de la Torre y el obispo de Arras François Richardot, que lo recordaría en el funeral de Carlos V:
«Suponiendo que toda la doctrina de Cristo no fuese contraria a la guerra, que sus partidarios pudiesen aducir un solo pasaje que la recomendase, ¿deberíamos estar dispuestos a guerrear los cristianos? Se les permitía a los hebreos entrar en batalla, pero tras consultar a Dios. Sin embargo, nuestro oráculo, que se nos repite una y otra vez en el Evangelio, nos aparta de la guerra [...] David fue muy agradable a Dios por otras virtudes y, no obstante, le prohibió que le construyese un templo sólo porque era sanguinario, i.e., guerrero. Para construirlo eligió al pacífico Salomón. Si esto sucedió entre los judíos, ¿qué deberá suceder entre nosotros, los cristianos? Ellos tenían la sombra de Salomón, pero nosotros al verdadero Salomón, que es Cristo pacificador y reconciliador de todo en el cielo y en la tierra.
Yo considero que ni siquiera contra los turcos debe declararse una guerra a la ligera, ante todo porque pienso que el reino de Cristo se originó, se propagó y se consolidó por un camino totalmente distinto. Tal vez no convenga intentar propagarlo por medios distintos a los que nació y se extendió.»
Y es que ya en el primer párrafo aconsejaba como una de las principales virtudes del príncipe la sabiduría, poniendo como ejemplo a Salomón y a David: «Dado que la sabiduría es algo eximio por naturaleza, oh Carlos, el más ilustre de los príncipes [...] Ésta, evidentemente, es aquella sabiduría que los príncipes deberán intentar obtener, la única que, después de desdeñar las demás cosas, deseó Salomón, el más prudente adolescente y que, continuamente, quiso que estuviera cerca de su trono real. Ésta es aquella castísima y a la vez hermosísima Sunamita, con cuyos brazos se deleitó exclusívamente David, padre sapientísimo de un hijo sapientísimo» (tomado de I Re 3:9).
Bataillón señaló que la Institutio Principis Christiani de Erasmo de Rotterdam "fue traducida por al castellano por Bernabé Busto, maestro de los pajes de su magestad, para que la leyese el Príncipe Don Felipe" (con ocho años), según dejó escrito en 1532, aunque probablemente la obra quedara inédita: "[...] para el Príncipe, nuestro señor, yo he tomado trabajo de trasladar en romance la institución del príncipe cristiano, compuesta en latín por el doctísimo y eloquentíssimo Erasmo, obra maravillosamente útil e necessaria al que ha de tener gouernación e administración de gentes". Carlos V tuvo en gran aprecio a Erasmo y, aunque éste no llegó a viajar a España, influyó notablemente en el humanismo español, sobre todo en los círculos del Emperador. Carlos V, de acuerdo con su formación, siempre buscó lo que sus múltiple reinos podían hacer juntos, independiéntemente de sus diferencias. En este aspecto, el Emperador se adelantó al europeismo de nustro siglo, olvidando las fronteras y las creencias, aunque no pudo hacer realidad sus ideas debido a la complejidad de su época. Más adelante veremos una de estas influencias en Felipe de la Torre, que repetirá la idea de la reconstrucción del Templo, pero esta vez al príncipe Felipe. De ahí a El Escorial sólo habría un paso.
Desiderio Erasmo (Rotterdam 1469-1536), hijo sacrílego de un sacerdote de Sint Janskerk de Gouda, donde pasó su infancia. Tomó el nombre de la ciudad donde nació y a donde su madre tuvo que huir para alejarse de la vergüenza que supuso su nacimiento. Fue educado como sacerdote y, ordenado como tal, fue monje en el monasterio de Stein, en Gouda. Logró se le dispensara de la disciplina conventual, siéndole tolerado vivir en el mundo sin hábito clesiástico, y desempeñándose como profesor y hombre de pluma. En ese año de 1516 Erasmo adquirió el cargo honorífico de Consejero del soberano Carlos de Austria en su corte de Bruselas, donde apoyó la formación humanística del príncipe. La monarquía que soñaba Erasmo, temperada por la aristocracia, supone un contrato tácito entre el príncipe y sus súbditos, tema que veremos en cuadros de tema salomónico como el famoso cuadro de Felipe II con la Reina de Saba de la Catedral de Gante (no en vano, el embajador Viglius Aytta van Zuichem fue un conocido erasmista del que se conserva mucha correspondencia con el de Rotterdam). Reinar consistiría en mantener la justicia en el interior del reino y mantener la paz con las naciones vecinas. El príncipe reina para servir al pueblo, no para servirse de él. Como ha señalado Manuel Fernández Álvarez, Erasmo impuso un magisterio reconocido por toda Europa; un magisterio sólo comparable con el que conseguiría, dos siglos después, Voltaire en el Siglo de los Luces. Príncipes y Papas pugnaron por su amistad, y la mejor línea espiritual de su tiempo discurría según lo que hoy llamamos, en su honor, corriente erasmista; la que buscaba las raíces del espíritu cristiano, tratando de aunar la purificación y la sinceridad con la tolerancia, de tal manera que no existiera diferencia entre el modo de vida de un cristiano y sus creencias, sin que se tratara de perseguir a nadie por sus ideas. Eran los tiempos en que aún cabía soñar con una iglesia espiritualmente unidad, antes de que los odios religiosos la encendieran en mil desatinadas guerras. Autores como Bataillon han contribuido a hacer a Erasmo el eje del reformismo católico, aunque otros autores como M. de Andrés inciden en el hecho de que el humanismo holandés fue fruto de la corriente espiritual conocida como devotio moderna, profúndamente arraigada en la mentalidad religiosa española. La «modernidad» radicaba en el redescubrimiento de la persona de Jesucristo. Originaria de la espiritualidad tardoflamenca de los «hermanos de la vida común», promovía una experiencia religiosa emocional, interiorizada y reflexiva partiendo de la lectura de las Sagradas Escrituras, alejada de toda manifestación externa. Su objetivo fundamental era simplificar al máximo la práctica diaria cristiana, despojándola de todo lo artificioso y superficial. |
- Erasmo de Rotterdam (Desiderius Erasmus): Institutio Principis christiani, Lovaina, 1516; ed. mod. Educación del príncipe cristiano, dedicatoria, p. 3 y cap. XI, p. 176, trad. de Pedro Jiménez Guijarro y Ana Martín, Tecnos, Madrid, 1994. Dedicado al ilustrísimo príncipe Don Carlos, nieto del Invictísimo César Maximiliano.
- Marcel Bataillon, Erasme et l'Espagne, 1937; ed. esp. trad. Antonio Alatorre, Erasmo y España: estudios sobre la historia espiritual del siglo XVI, pp. 80, 390 y 630, Fondo de Cultura Económica, México, 1995.
c) El manuscrito Salomonis tria officia de Pedro de Gante (ca. 1517-20)
En la miniatura del fol. 23 el rey Carlos, en su trono con un cetro y un libro, aparece flanqueado con los reyes David y Salomón, lo que podría ser una alusión a las tres coronas imperiales que le serían impuestas tras su elección en Aquisgrán en 1520. También la presencia de consejeros detrás del rey debe verse como un recordatorio de las ideas de Erasmo sobre el tema, que será una constante en los cuadros de los Países Bajos de esta época que tratan el tema salomónico, como el famoso de Gante. La inscripción de la parte inferior tranforma la procesión del recibimiento triunfal de Salomón por las mujeres de Israel en un vago recuerdo de los triunfos clásicos: "PERCVSIT SAVL MILLE ET DAVID ·X· MILIA" ("Saul mató a mil, y David a diez mil"). Salomón se representa en el trono rodeado por sus consejeros con los atributos de la realeza del XVI, como observa José Manuel Ruiz Asencio en la traducción a la edición facsímil.
En otra miniatura del manuscrito se representa el sueño de Salomón, con Carlos retratado como rey y emperador en actitud orante con el cetro a sus pies. Otra representa el famoso juicio de las dos madres y el niño muerto. Finalmente, en una de las miniaturas más características, el texto comenta la petición de Salomón a Dios de la sabiduría al comienzo de su reinado.
- Pedro de Gante, Salomonis tria officia ex sacris derupte navigation Caroli Imperator, Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, vitrina 13, 270 x 180 mm, ca. 1520. Cfr. F. Checa, Carlos V, p. 59s, 78 y 81s.
d) El programa erasmista de la entrada triunfal en Amberes (1520)
Como hemos señalado al principio, el humanismo neerlandés preconizado por Erasmo de Rotterdam (1467-1536) no alude al tradicional medieval cristiano -típico por ejempo de la entrada triunfal en Sevilla en 1526- ni a las entradas triunfales a la antigua -como la de Milán de 1541- ni a los tópicos sobre el Imperio que serán típicos a partir de su triple crononación. Durante la recepción que le hizo la ciudad de Amberes al futuro emperador Carlos en su viaje a Aquisgrán para coronarse también aparecieron motivos salomónicos relacionados con la sabiduría. En uno de los arcos que se levantó a la entrada de la ciudad se representaba a la Fronesis o Prudencia y a la Afronesis o Imprudencia, recalcando que ésta no era sino la falta de sabiduría: "Afrosine est insapiencia, stulticia". En el texto se cita repetidamente la figura de Salomón, socorrido ejemplo de príncipe sabio. Es probable que esta imagen se basara en la definición que daba Erasmo de la sabiduría como camino hacia su tan anhelada paz en su «Enchiridion militis christiani» (Lovaina, 1503): "La paz es ese último bien hacia el que los mismos amadores de mundo dirigen todos sus esfuerzos [...] Sólo Cristo da la paz «que el mundo no puede dar» (Jn 14,17) [...] A la mezcla de todos los vicios la denominan los estoicos -acérrimos defensores de la virtud- stulticia o necedad. Y nuestras Escrituras malitia o maldad. De la misma manera, la absoluta probidad en todos sus aspectos es llamada sapientia, sabiduría. ¿Y no merece acaso la sabiduría -según su propia declaración- vencer a la malicia? (Sab 7,30)". El Libro de la Sabiduría, que se suponía escrito por Salomón, es citado en este capítulo en tres ocasiones más (4,18; 5,3-4; 7,11-12).
El tercer arco incluía las estatuas de Astraea -la Justicia- y de Júpiter, que significan a la Piedad (Eusebiam) contra la Impiedad (Asebiam), con jeroglíficos egipcios representando una cigüeña, un cetro y un hipopótamo, temas sacados del Institutio Principis christiani (Lovaina, 1516) de Erasmo: "Salomón es alabado por todos porque pudiendo elegir lo que quisiese y recibir lo que hubiese pedido, no deseó riquezas ni el mando de todo el orbe, ni la destrucción de sus enemigos, ni la insólita gloria de la fama, ni placeres, sino sabiduría; y no una sabiduría cualquiera, sino aquella con la que pudiese administrar el reino a él entregado de forma digna de todo elogio [...] Si verdaderamente amamos al príncipe, ¿porqué no deseamos en primer lugar lo único que deseó Salomón [...] Los antiguos egipcios que tenían la costumbre de usar jeroglíficos [...] representaban la imagen del rey del siguiente moso: pintando un ojo y añadiendo un cetro [...] Otros representaban el cetro de los reyes del siguiente modo: en su parte más alta había una cigüeña, símbolo de la piedad, y en la más baja un hipopótamo, animal feroz y dañino. Daban a enter con esto que, si en el príncipe surgían impulsos de fiera crueldad [...] la piedad hacia su patria debía vencerlos y sofocarlos".
Un último teatro representa una alegoría de la paz entre las partes del mundo frente a Belona, diosa de la guerra, acorde con el pensamiento de Erasmo que siempre aspiró a la paz entre los distintos príncipes europeos. Checa resume brillantemente el argumento general del triunfo de Amberes: "La ciudad se ofrece a su príncipe quien, a través de la práctica de las virtudes, principalmente de la sabiduría, restablecerá un nuevo reino de justicia, una Edad de Oro bajo el signo de la virgen Astraea, como medio para llegar a la paz. El método empleado es el del nuevo lenguaje humanista extendido en los Países Bajos por influencia de Erasmo y dista tanto del sistema tradicional de virtudes cristianas como del sentido clásico-italiano de imitación de la Antigüedad, participando, sin embargo de caracteres de ambos [...] se subraya el ideal de la figura del príncipe sabio y cristiano, especialmente sensible en ese momento de la cultura flamenca y que se pretendía que se cristalizara históricamente en la figura de Carlos V. Se trataba de crear una oposición, configurada bajo el signo del humanismo cristiano, a la idea maquiavélica del príncipe, tal como proponía la teoría política italiana".
De Amberes, Carlos llegaría a Bruselas donde nombraría a su tía Margarita como Regente de los Países Bajos antes de su marcha a Aquisgrán, parando antes en el convento de Witten. El 22 de octubre llegó a la ciudad donde vestido con las ropas y atributos de archiduque de Austria para ser coronado emperador en la catedral. Durante su consagración se podía oir el coro entonar la antifonía: Unxerunt Salomonem..., tras lo cual recibió sus signos externos: la espada de Carlomagno, el anillo imperial, el cetro, el orbe y la primera corona imperial como emperador electo. Se usó para ello la antigua corona de Carlomagno que se conserva en el Kunsthistorisches Museum de Viena, que lleva en uno de sus laterales la inscripción de «Rex Salomon» junto a un dibujo del rey bíblico.
- Erasmo de Rotterdam (Desiderius Erasmus), Enquiridion; manual del caballero cristiano, cap. III, pp. 85s; intr., trad. del latín y notas de Pedro Rodríguez Santidrián, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, BAC minor 79, 1995. - Erasmo, Príncipe cristiano, cap. I, pp. 74-75.
- P. Guillis (o Guilles de Gourmont) y C. Schrijver, Hypotheses sive argumenta spectaculorum quae sereniss, et invictissimo Caesar Carlo [...] praeter alia multa et varia Fides et Amor celebratissimaecivitas Antverpiensis [...] sunt editurae [...], Amberes, 1520.
- F. Checa, Carlos V, p. 92.
- Manuel Fernández Álvarez, Carlos V, el César y el Hombre, pp. 130s, Espasa Calpe, Madrid, 1999.
- Carolus, p. 47.
e) El Gestorum Caroli Quinti (Bruselas, 1531)
Checa nos ha dado noticia de un manuscrito en la Biblioteca Real Alberto I de Bruselas prácticamente desconocido, con ilustraciones en tinta que hace patente la similitud entre las dos casas reales, la de Carlos V y la de David. Cada acontecimiento de la vida de Carlos V hasta 1531 se relaciona con un paralelismo con David o Cristo. El dibujo incial incluye la siguiente inscripción: "David Rex fortis Imperator potes; Carolis fortis potes; Carolis fortis potens rex gloriae virtutum diminus". En el frontispicio David aparece con arpa en la mitad izquierda del dibujo, en disposición simétrica a la de Carlos V, representado con el orbe con la cruz y con una espada. Entre los dos, aparece la Vírgen, concebida como mulier fortis".
Resulta especialmente interesante estudiar los escudos de la parte inferior del dibujo. En el centro el escudo de armas de Cristo (?), bajo la virgen: una cruz potenzada, típicamente asociada con Jerusalén, con el letrero INRI y la calavera de Adán bajo ella, según se explicaba en la famosa Leyenda Áurea. Las manos y pies tienen las llagas abiertas, atravesadas por las llaves de San Pedro, alusión a Roma y a los Estados Pontificios. En la parte inferior, la lanza de Longinos deja caer gotas de la sangre del vientre de Cristo en el Santo Grial.
Este escudo está flanqueado por el de Carlos V y el de David (!), en un curioso ejercicio heráldico. Ambos están cuartelados en sotuer por unas aspas o cruces borgoñonas de San Andrés, el patrono de la Orden del Toisón que murió en una cruz en esa posición, acompañadas de sus correspondientes cetros y espadas que les señalan como defensores de sus reinos. En los cuarteles inferiores presentan el orbe tripartito de la divisa de Carlos V y el arpa con corona en el de David. A los lados, un león y una leona rampantes afrontados, posible alusión al leon belgico de Flandes y al escudo de Jerusalén, ya que la leyenda decía que el blasón fue ganado por Felipe de Alsacia en una peregrinación al monte Sinaí. En los centros, escudos con el águila bicéfala imperial con el escudio de Austria en el de Carlos V y con cinco roeles en cruz en el de David. En los cuarteles superiores, la corona imperial en una y el casco de guerra en el otro.
- Erard de la Mark, Gestorum Caroli Quinti [...], Bibliothèque Royale Albert Ier, Bruselas, 1531. Cfr. F. Checa, Carlos V, p. 83.
- Modesto Costa y Turell, Tratado completo de la ciencia del blasón, Barcelona, 1856.
f) La vidriera perdida de Carlos V y el Templo de Ezequiel (Gouda, ca. 1540)
El historiador de arte holandés Van Eck nos da noticia de un dibujo conservado en el Rijksmuseum de Amsterdam, fechado hacia 1540, que probablemente se usó para una vidriera en San Juan Bautista de Gouda (Holanda) perdida en el incendio de 1552. El dibujo representa al Emperador Carlos V postrado ante Cristo y un grupo de soldados, con una representación del Templo de Ezequiel detrás suyo.
En él no sólo se le honra como defensor de la iglesia, sino que se alude al Evangelio para justificar el poder terrenal del César Carlos. De la imagen de Jesús sale el mensaje "Reddite que sunt Cesaris Cesari et que sunt dei Deo", es decir, el famoso "Dad al César lo que es del César...", (Mt 22:21). De Carlos V surge el siguiente mensaje "Da mihi virtutem contra hostes tuos" ("Dame coraje frente a tus enemigos"), lo que debe entenderse como un mensaje contra los protestantes.
Esta separación entre lo terrenal y lo religioso, se justifica igualmente en la escena de la parte superior. En ella el profeta Ezequiel y un ángel -con una vara de seis codos y un palmo- miden el muro exterior del Templo, el que separa la parte sagrada de la que podía visitar el pueblo: "Midió por fin por los cuatro lados el muro que lo cercaba, todo alrededor: longitud, quinientos codos; anchura, quinientos codos; servía para separar lo sagrado de lo profano" (Ez 42:20). Naturalmente, el Templo no tiene la rigurosidad filológica y exegética que alcanzará con Arias Montano o Villalpando medio siglo después, pero ya se atisban intenciones en la reconstrucción de las puertas en el muro de separación del Santuario. El Santuario es de planta central, influido por la imagen del Templo de la Roca de Jerusalén, que los peregrinos confundían con el Templo de Salomón. Arquitectónicamente, guarda muchas semejanzas con el Panteón romano o el San Pedro del Vaticano de los proyectos anteriores a Miguel Ángel.
- Xander Van Eck, "Render unto Caesar: a design for a stained-glass window in Gouda featuring Charles V", en The Burlington Magazine, pp. 613-614, Londres, oct. 1999.
g) La Historia de Carlos V de Pedro Mexía (póstumo, 1551)
La última obra de Pedro Mexía (Sevilla 1497-1551), la inacabada por su muerte Historia del Emperador Carlos V, incluía una curiosa comparación entre la corona castellana y la casa de David, recordando como Carlos V había tenido que reinar por el cúmulo de muertes que empezaron con las de sus tíos Isabel (1548) y Juan (1547), casados con Manuel el Afortunado de Portugal y Margarita de Austria, hermana de Felipe el Hermoso, el nacimiento del heredero de Juan y Margarita muerto y la también pronta muerte de Miguel el 20 de julio de 1500, el heredero que el rey de Portugal tuvo con Isabel, muerta en el parto, y que estaba destinado por tanto a gobernar la Península Ibérica. Por último, la muerte de su padre, Felipe el Hermoso (1506), la locura de su madre Juana y la muerte de su abuelo Fernando el católico en febrero de 1516 precipitaron su reinado sobre España, Austria, Borgoña y los Países Bajos sin haber cumplido aún los 16 años. Así lo cuenta Mexía: "Me pareció muy semejable, si fuera líçito, la figura desto a lo del profeta Samuel, quando fué a la casa de Isay a consagrar y elegir al rey que auía de ser de Ysrael [...] ¿Por vetura no tienes más hijos que éstos? Y el Ysaí le respondió que sólo vn pequeñito le quedaua [...] y éste era Dauid [...] -Leuántate y úngelo, que este es el que á de ser rey de Ysrael. Ansí pareçe, como se á visto, que estos Católicos Reyes pusieron delante su hijo y su hija, y después su nieto; pero por secretos juyçios de Dios no fueron admitidos para el reyno, por éste otro era el David que Él tenía escoxido para ello, avnque chiquito y apartado, y oluidado por ventura para esto; y ansí en todo á sido ymitador de Dauid, en la religión y defensión de los reynos y acreçentamiento dellos". También Mexía justificaba las ausencias en Castilla del Emperador comparándolas a las que David tuvo que tener para defender su reino. Por último, al hablar del recibimiento que se le hizo en Bolonia para recibir la corona imperial, comparaba las victorias de Carlos V contra Francia con la de David sobre Goliat.
- Pedro Mexía, Historia del Emperador Carlos V, pp. 19, 130 y 537, Colección de Crónicas Españolas, VII, Espasa-Calpe, Madrid, 1945 [Rª BNM: 1/100662].
h) El retiro de Carlos V en Yuste (1556-58)
(extracto de «La biblioteca postrimera de Carlos V en España: las lecturas del emperador») Por José Luis GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO
En 1553 Francisco Duarte contaba al príncipe Felipe como Carlos V, retirado en Bruselas y como si presintiera próxima la muerte, se dedicaba a leer unos comentarios de los salmos de David (probablemente los de la edición de Tittelmans), y El caballero determinado, en impresión encargada por el monarca a Calvete. Frente al Chevalier, la lectura de los salmos partía de unas consideraciones religiosas más generalizadas en la época. "He (S. M.) has been occupied for many days in reading the Psalms of David and having them recited to him, with their commentaries. He has had a new edition printed; and the care of it is in the hands of Estrella, one of your Highness's servants, who is to overlook the impression. I think he has sent or will send to Gonzalo Pérez a more detailed account of it, and of now he directed the printing of the book called El Caballero Determinado on his Majesty's behalf, and the other trisfles we all know of. I will not dwell upon these unimportant matters […] On many occassions he [Charles V] weeps and sheds tears as copiously as if he were a child. He spends night and day in adjusting and setting his countless clocks, and does little else […] And he has spent many days in reading and having read to him the psalms of David". El belga Franz (o François) Tittelmans van Hasselt (m. 1537) era considerado como el mejor comentarista de esta parte de la Biblia, y la lectura de sus salmos, que él había dedicado a Carlos V, era recomendada en los ars moriendi de la época. La reflexión sobre su contenido era una manera de acercarse a Dios en el trance de la muerte, en particular la de los salmos penitenciales. Carlos V siempre había sido muy devoto de la lectura de esta parte del salterio, como lo indica su inclusión en varias de sus libros de horas, y en Yuste acrecentó esta costumbre devota. Como recuerda Sigüenza, tras la misa que habitualmente se hacía en el monasterio jerónimo por la emperatriz, Carlos gustaba de rezar unos salmos penitenciales, "de rodillas delante el altar, y hallauanse todos los flamencos a esta Missa". Que el monarca tuviera dos ejemplares de esta obra de Tittelmans en Yuste, así como otro en Simancas, resulta sorprendente, aunque consecuente con su devoción por los salmos. Las penitencias del rey David, su espejo bíblico, no debían ser de poco consuelo para purgar sus propios pecados. No es el único libro en el que mostraba su admiración por David. En el llamado Libro de Horas de Carlos V (hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid, vitrina 24-3), hemos de dirigirnos hacia la iconografía presente en el libro, sobre todo en los tres grandes cuadros a doble página que dan carácter propio al manuscrito: La entrada victoriosa de Heraclio en Jerusalén con la cruz de Cristo rescatada de los persas (ff. 136v-137r), -que enlazaría con el papal de defensor de la Cristiandad desempeñado por Carlos como Sacro Emperador y el deseo de recuperación de Jerusalén propio de la Orden del Toisón de Oro-, la victoria de David sobre Goliat (ff. 176v-177r) -escena plenamente vinculada a la iconografía bíblica del César, nuevo David- y, sobre todo, el encuentro de los tres caballeros con la muerte, que sirve de tema a la meditación del ermitaño (ff. 218v-219r), y que en la mentalidad de Carlos V, retirado en Yuste, alcanza una dimensión personal de gran trascendencia. Es como si hubiera visto en estas tres escenas un compendio de su propia vida. También Carlos V tenía entre sus "libros devotos" una obra de Erasmo, su Precatio Dominica, acompañada de precaciones de varios profetas (Esaías, Jeremías, Ezequiel y Miqueas), unos salmos de David contra tiranos y la explicación del Símbolo Apostólico. |
- Fray Pudencio de SANDOVAL, Historia de la Orden de San Jerónimo, Madrid, 1956, Biblioteca de Autores Españoles, LXXXII. Tomo I, pp. 568-569.
- Royall TYLLER, Calendar of Letters, Despatches, and State Papers, relating to the negotiations betwen England and Spain, preserved in the archives at Vienna, Simancas, Besançon and Brussels, Londres, 1916, IX, p. 225; Francisco Duarte al Príncipe Felipe (Archivo General de Simancas: sección Estado, leg. 98, f. 274: "Memorial que embio Francisco Duarte de lo que le dixo Nicolas Nicolai", Sevilla, 9.09.1553.)
- Javier DOCAMPO, "Imagen religiosa y devoción privada: los libros de oraciones de Carlos V", en IX Jornadas de Arte. El arte en las cortes de Carlos V y Felipe II, pp. 219-224, Madrid, CSIC, 1999.
- Fray José de SIGÜENZA, OSA, Historia de la Orden de San Jerónimo, Madrid, 1909, Biblioteca de Autores Españoles, 12. Tomo II, p. 152.
- PRECATIONES Biblicae sanctoru[m] Patrum, Patriarcharu[m], Prophetarum, Iudicium, Regu[m], Virorum et Mulierum illustrium Veteris et Noui Testamenti. quae his accessere, sequens pagina com monstrabit. LVGDVNI, sub scuto Coloniensi, 1545. Lyón, Jean y François Frellon, 1545, 16º.
(Sigue) |