(Publicado como «Le Corbusier y el Manierismo: antecedentes a la planta del Mundaneum», en La Ciudad de Dios, vol. CCXXIII, núm. 3 (septiembre-diciembre 2010), Real Monasterio de El Escorial, p. 789-798)
«Qué puedo enseñar yo de arte moderno a esta nación que ha creado El Escorial.»
Le Corbusier (cit. por Manuel Rincón Álvarez)
Es conocido el interés de Le Corbusier por la arquitectura manierista, en particular por Palladio, y del uso que hizo de los esquemas de conocidos edificios renacentistas en algunas de sus obras. En el presente escrito trataremos de demostrar algo que confirma estas ideas: que el proyecto de Le Corbusier para el Mundaneum (1929) está basado en la planta de El Escorial, monumento que contempló en su viaje a España de 1928.
a) Manierismo y arquitectura moderna
Colin Rowe, en un clásico ensayo de 1947, señaló de forma muy certera la relación entre las obras de los principales arquitectos modernos (Le Corbusier, Mies y Kahn) con el Manierismo de la segunda mitad del siglo XVI y el Clasicismo del XIX. Especialmente conocidos son sus diagramas que relacionan los esquemas y medidas de la Villa Malcontenta (1550-1560) de Palladio con la Villa Garches (1927) de Le Corbusier. El parecido no se queda en el esquema, sino en aspectos más puntuales como en la terraza de acceso con su escalera girada y la escalera con peldaños en semicírculo dentro de la crujía estrecha. Paralelismos semejantes, aunque esta vez en la idea general y en la disposición en el terreno, pueden encontrarse también en los mismos arquitectos entre la Villa Rotonda (a. 1550) y la Saboye (1929-1931). Una addenda de 1973 señaló un parecido similar -salvando también las lógicas diferencias- entre el Altes Museum (1823) en Berlín de Schinkel y el Palacio de la Asamblea de Chandigarth (1953) de Le Corbusier, donde el pórtico columnado de su fachada principal y el gran gesto circular central insertado en una retícula rectangular de columnas incitan a su comparación y a la búsqueda de paralelismos. Podríamos explicar así la forma de las escaleras corbuserianas, la fuerza de las crujías perimetrales con una doble columnata interior y la doble estructura del círculo central. Desde luego que Colin Rowe no trata de hablar de copia ni de antecedentes tipológicos, sino más bien de inspiración y evocación, y sobre todo de unas formas de proyectar parecidas.
Los modernos historiadores del Arte tienden a dividir el Renacimiento en dos estilos diferentes, separando el estilo previo al Concilio de Trento del intervalo de tiempo que cubre aproximadamente la segunda mitad del siglo XVI, donde el énfasis en los valores religiosos de la Reforma y la Contrarreforma se opuso a los valores del Humanismo. El Manierismo se caracteriza en la Arquitectura por «amaneradas» plantas de imagen inicialmente rotunda, pero difíciles de comprender sino es mediante una fuerte intelectualización de sus lecturas parciales. La arquitectura moderna, según apunta Rowe, también parece frustrar la lectura unitaria de las plantas frente al placer visual de los episodios individuales, coherentes sólo tras su reconstrucción en la mente.
El parecido entre ambos estilos reside no en proporcionar un deleite inmediato a la vista, sino en la idea de turbarla, frente al equilibrio entre claridad y drama propio del estilo maduro de Bramante. También señala Rowe el interés de los arquitectos del XVI por los números y las armonías musicales, que debían gobernar las obras divinas y podían reproducirse en las humanas, interés que como es bien sabido Palladio reflejaba en sus plantas y que llevó a Le Corbusier -de una forma totalmente nueva- a crear su famoso Modulor, en contraposición a los modos barrocos y neoclásicos que consideraban la proporción como una cuestión de sensibilidad individual y de inspiración privada.
b) El Mundaneum y El Escorial
En 1928 Paul Otlet, uno de los padres de la Ciencia de la Información, precursor de las modernas enciclopedias informáticas con links de hipertexto y creador de la Clasificación Decimal Universal, encargó a Le Corbusier el proyecto de un «Museo Mundial», donde se concentraría todo el mundo del conocimiento clasificado de acuerdo a ese sistema. El museo se proyectó en las afueras de Ginebra, aunque finalmente no llegó a construirse. Su composición se centra en un gran rectángulo áureo situado en una planicie rodeada de montañas, formado a su vez por un conjunto de cuerpos cuadrados en torno a un patio de acceso que desemboca en la gran pirámide escalonada central. La pirámide, que se recorre en espiral dejando un hueco dentro, se comporta como una variación de la cúpula clásica, sustituyendo el círculo por el cuadrado en planta, pero manteniéndose la idea de la cúpula hueca en la sección.
Los cuadrados inferiores se deforman, incorporando nuevos cuadrados en su interior. Como vemos, el esquema básico es prácticamente idéntico al de El Escorial, pero trasponiendo algunos de sus elementos, como si el arquitecto hubiera jugado con ellos. Además este rectángulo principal está separado por una franja de dos cuerpos alargados en continuidad (¿las Casas de Oficios?), mientras que en la parte superior un conjunto de formas cuadradas cierra la perspectiva (¿los parterres de los jardines?). También hay que señalar el parecido entre ambos proyectos en aspectos más puntuales, como los patios cuadrados con algún tipo de construcción dentro (¿el Patio de los Evangelistas?) o la Universidad, un cuadrado con una construcción en «T» muy semejante a las galerías del Palacio de los Borbones de El Escorial. Incluso hay algo parecido a un «mango de la parrilla» tras el museo. Pero no sólo hay referencias a El Escorial.
Cecilia O'Byrne estudió exhaustivamente los museos en espiral cuadrada de Le Corbusier y cita también influencias reconocidas por el mismo Le Corbusier de las pirámides babilónicas y mayas (y de su reinterpretación por Adolf Loos en 1923), del pórtico y la cúpula de San Pedro de Roma, de los palacios hindúes de Sargón, Nínive y Khorsabad, de los templos egipcios de Tebas y Karnak, de Stonehenge, Santa Sofía, la Acrópolis, Micenas y Versalles e, incluso, de los ilustrados Boullée y Lequeu. O'Byrne señala también que antes de plantear la pirámide escalonada central, el equivalente al templo cupulado de El Escorial, Le Corbusier diseñó en ese lugar una torre con planta en cruz latina
Proyecto para el Mundaneum (1929): axonometría, detalle del Museo Mundial y plantas generales con las funciones albergadas
Las proporciones se deforman al gusto de Le Corbusier para que los cuadrados de la parte inferior se transformen en rectángulos áureos, rompiendo la simetría especular en torno a la pirámide escalonada central con la continuidad hacia dos tiras verticales que desordenan la composición creando dos nuevos ejes de proporción otra vez áurea. De la explicación del trazado regulador que da el mismo Le Corbusier se ve que quiso mantener la simetría pese a dicha deformación, ya que pese a que el rectángulo tiene proporciones áureas (1.100x650), su interior se divide en cinco partes iguales, que quedan divididas por el falso eje de simetría vertical (en rojo) en dos y tres de esas partes (1-2 y 3-4-5), quedando el centro de la pirámide en el cruce de esos ejes rojos. Puede señalarse también la semejanza de algunas partes del complejo programa (museo, biblioteca, universidad, residencia, etc.), del esquema arquitectónico organizador de las diversas funciones, y de las relaciones entre huecos y llenos. Igual que en el caso de las escaleras de las villas Garches y Malcontenta, algunas formas parecen inspiradas directamente en la traza escurialense, pero fuera de su sitio original, como si se hubieran redibujado en sitios diferentes en los sucesivos croquis del proyecto para su mejor adaptación a un programa lógicamente diferente.
c) Le Corbusier y España
Todo ello podría achacarse a una divertida casualidad de no ser porque sabemos que el año anterior a la presentación del proyecto del Mundaneum, el maestro suizo visitó El Escorial en mayo de 1928. En ese viaje a España, invitado por el arquitecto Fernando García Mercadal (1896-1985), que ya había conocido a Le Corbusier en París, dio sus dos primeras conferencias en Madrid en la Residencia de Estudiantes: Arquitectura, mobiliario y obras de arte y Una casa, un palacio. Mercadal, brillante proyectista, fue un viajero curioso por Centroeuropa y un incisivo conocedor de muchos de los arquitectos y obras de la nueva arquitectura. Llevó de excursión a Le Corbusier por Segovia, Toledo y El Escorial, incluyendo -como condición del mismo arquitecto- corridas de toros y tablaos flamencos. Frente a El Escorial, al contemplar la imponente Fachada de los Frailes, alabó el perfecto equilibrio entre vanos y macizos del edificio, exclamando su ya célebre frase: «es un rascacielos tumbado». Josep Lluís Sert, entonces todavía estudiante de arquitectura en Barcelona y ya activo animador cultural, aprovechó la ocasión para proponer a Le Corbusier, a su regreso, un breve desvío hasta Barcelona para dar también allí una conferencia sobre la nueva arquitectura del L’Esprit Nouveau. En 1930 García Mercadal y Sert fundarían el GATEPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), espoleados por la sombra del maestro y de su viaje a España.
No era la primera vez que Le Corbusier se interesaba por El Escorial. En noviembre de 1923 el número 18 de «su» revista L'Esprit Nouveau, editada en París, publicaba una foto de El Escorial y una escena taurina en el artículo «Espagne», firmado por Vicente Huidobro, donde describía España como un lugar de encuentro de culturas celtas, cristianas y musulmanas. Finalmente el poeta chileno apostillaba: «L'Espagne entière est une plaine autour de l'Escorial». Estas ideas serían repetidas por Le Corbusier en artículos publicados en Francia tras su vuelta de España.
Mucho debió impresionar a Le Corbusier la contemplación de El Escorial y el estudio de su planta ya que cuando, en ese mismo mes de mayo de 1928, Le Corbusier fue invitado a participar en el concurso del «Centrosoyus» de Moscú, desarrolló un proyecto basado en largas crujías ortogonales en torno a patios. Josep Rovira señaló recientemente como las primeras axonométricas del proyecto «muestran sin tapujos que la planta de El Escorial es un punto de partida para el nuevo desafío». Está claro que en ambos casos no puede hablarse ni mucho menos de copia literal, pero especialmente en el caso del Mundaneum, la inspiración en El Escorial es muy clara, sobre todo teniendo en cuenta la coincidencia de fechas entre el viaje de Le Corbusier a Madrid y el proyecto del Museo.
El reto para el proyecto arquitectónico, tanto en El Escorial como en el Mundaneum, fue el mismo: la agregación de espacios que habitualmente se albergan en edificios independientes en torno a un Templo, de Dios o del conocimiento, con una imagen unitaria. Es como si hubieran tenido que organizar un acto donde van a asistir un Papa y varios reyes, cada uno con sus sirvientes, su séquito y los sirvientes del séquito. Algo que ocurre muy pocas veces con tanta complejidad. Es necesario separar los usos principales y jerarquizarlos, tanto en el conjunto como en cada uno de ellos. Y la composición cerrada evoca otra vez al Manierismo en los trazados reguladores y las proporciones armónicas.
Sólo nos apena que Le Corbusier, tan amante de citar sus influencias en sus conferencias y escritos no citara el prototipo escurialense. Pero no nos queda ninguna duda de que el "maestro de la arquitectura cubista" quedó muy impresionado por la vibrante planta de El Escorial, sus complejos juegos de cuadrados y modulaciones, y la inteligente manera en que jerarquizaba e integraba las numerosas funciones que albergaba el edificio. Tanto como para que la huella de la planta de El Escorial quedara impresa en el Mundaneum, manteniéndose hasta el final pese a la complejidad de la funciones del museo. Las numerosas referencias a las arquitecturas orientales, precolombinas, manieristas e ilustradas convirtieron finalmente el proyecto, según el gusto de Paul Otlet, en una auténtica enciclopedia de la Historia de la Arquitectura.
- Antonio de Obregón, «Arquitectura y poesía», en ABC, p. 3, Madrid, 16 de septiembre de 1965.
- Colin Rowe, Manierismo y arquitectura moderna y otros ensayos, Gustavo Gili, Barcelona, 1978, 1999 (ed. original The Mathematics of the Ideal Ville and other Essays, Londres, 1976, principalmente los artículos de 1947 «Las matemáticas de la vivienda ideal» y 1950 «Manierismo y arquitectura moderna»).
- Eduardo Delgado Orusco, «Alvar Aalto en El Escorial», en El Monasterio del Escorial y la Arquitectura, Actas del Simposium, Instituto Escurialense de investigaciones históricas y artísticas, El Escorial (2002), pp. 437-459, especialmente en p. 444.
- Josep M. Rovira, «Le Corbusier en El Escorial: hacia el palacio», en Le Corbusier, Madrid 1928, pp. 89-109, Residencia de Estudiantes, Madrid, 2010.
- Juan José Lahuerta, «Espagne», en Le Corbusier, Madrid 1928, pp. 189-209, Residencia de Estudiantes, Madrid, 2010.
- María Cecilia O'Byrne Orozco, El proyecto para el Hospital de Venecia de Le Corbusier, Tesis doctoral, UPC, Barcelona, 2007.
- Le Corbusier et Pierre Jeanneret, Oeuvre complète, vol. 1: 1910-1929, les Editions d'Architecture, Paris, 1964.
(4.11. Curiosidades) |