Las fachadas Norte y Oeste del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial se encuentran bordeadas por una serie de edificaciones construidas en granito cuyo aspecto austero asegura la relación formal y cromática con el conjunto monástico. Frente a la fachada Norte del monumento y con una planta menos se levantan tres edificios: las dos primeras Casas de Oficios (construidas por Juan de Herrera y su discípulo Francisco de Mora a finales del XVI) y la llamada Casa de Ministerios (añadida en 1785 por Juan de Villanueva). Fueron edificadas con fachadas de piedra granítica, empinadas cubiertas de pizarra y patios con sencillos pórticos. Mora también trazó la llamada Casa de la Compaña (1590-97) frente a la Galería de Covalecientes, cruzando la lonja a través del llamado Arco de la Compaña. El padre Sigüenza señaló que se hizo para evitar -como en el Templo de Salomón- que entraran animales en el recinto sagrado del Monasterio. Por último, cerrando la lonja hacia el Oeste y frente de la fachada principal del Monasterio se alza un inmueble que alberga lo que fueron la Casa de los Infantes y la Casa de la Reina (1770-76), obra también de Villanueva. Se utilizaron como sede de los distintos oficios necesarios para la vida en el Monasterio y que después también fueron viviendas de ministros y caballeros principales de la Cámara.
La segunda Casa de Oficios incorpora además una pequeña Iglesia que destaca por la altura de la espadaña que remata su fachada. En la actualidad, la primera Casa de Oficios acoge al Centro Cultural del municipio, la Biblioteca Pública y del Conservatorio del Real Sitio. La segunda Casa de Oficios se habilitó recientemente para instalar una Escuela de Música. Tiene también un pequeño y coqueto bar-restaurante donde se puede comer menús baratos y de sencilla cocina casera entre las parras de su patio (yo al menos lo recomiendo).
La Casa de Ministerios, que fue edificada por mandato del rey Carlos III para su Ministro de Estado. Fue construida por Juan de Villanueva en 1785, que realizó un prodigioso trabajo en la escalera principal. En la actualidad es un edificio de viviendas. También son hoy en día viviendas la Casa de los Infantes y de la Reina. La Casa de la Compaña, sin embargo, alberga las dependencias del Real Colegio Universitario María Cristina.
Felipe II, al igual que su padre el Emperador Carlos V, sintió una gran afición por la naturaleza y por los jardines, que aparecen incorporados de forma rotunda dentro del esquema del Monasterio. El monarca concebía sus jardines como un espacio productivo donde se cultivaran hortalizas y plantas medicinales, pero también los consideraba una fuente de placer y de belleza visual. El monarca tenía gran aprecio por el paisaje, las fuentes y las flores; de hecho recopilaba modelos procedentes de jardines de Francia, Italia, Inglaterra y los Países Bajos y contrataba a los mejores jardineros, tanto extranjeros como españoles.
El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial se encuentra rodeado de jardines por dos de sus lados, el Sur y el Este. Actualmente la visita se limita al denominado Jardín de los Frailes, pero también existen los jardines privados del Rey y la Reina y áreas dedicadas a huerta y arboleda.
El Jardín de los Frailes transcurre por la fachada del mediodía, desde la cual se disfruta de una de las perspectivas más hermosas del Real Monasterio. Es un espacio verde geométrico, estrecho, largo y elevado. Dada la topografía del lugar, hubo de construirse un basamento para nivelar el terreno. La creación de este cuerpo basamental permitió diferenciar el geométrico jardín superior, de escala amable y sensible trazado, de los huertos inferiores. El haberse creado sobre dicho talud de obra hizo que pronto fuera comparado con los famosos Jardines de Babilonia, una de las Siete Maravillas de la antigüedad. Se accede a ellos mediante seis originales escaleras que arrancan con dos tiros desembocando en un sólo tramo a través de puertas abiertas en el muro, que le confieren un aspecto amurallado, semejante al que pudo tener el Templo de Salomón. Este hoy austero jardín estaba, en su estado primitivo, repleto de flores que creaban el efecto de una especie de tapiz; su belleza y colorido se comparaba con las alfombras que se traían de Turquía o Damasco. El Jardín de los Frailes era un auténtico jardín botánico; se llegaron a plantar hasta 68 variedades diferentes de flores, la mayoría de ellas con fines medicinales, más otras 400 plantas que se trajeron del Nuevo Mundo.
En el Jardín de los Frailes se encuentra la Galería de Convalecientes o Corredor del Sol, un espacio amplio, aireado y lleno de luz donde cuidar a los enfermos. Está "apoyado" con una articulación arquitectónico poco lograda en la Torre de la Botica. Este claro carácter "añadido" tal vez se deba a la necesidad de garantizar la debida clausura a los monjes frente a los visitantes y huéspedes. Su sobria fachada hacia la lonja contrasta con la más abierta hacia el Sol de los jardines, alternando soluciones arquitrabadas con arcos apoyados en la columnata jónica, solución única en el Monasterio.
Los Jardines del Rey y de la Reina se extienden bajo los Aposentos Reales. Para salvaguardar su intimidad están separados por discretos cerramientos de pétrea arquitectura rematados con bolas herrerianas, aunque cuentan con puertas de comunicación para poder recorrerlos completos. Estos recoletos ámbitos tienen pequeñas hornacinas con asientos, descansillos intermedios, bóvedas descendentes y otros detalles.
El Real Monasterio cuenta también con una zona de huerta que se encuentra dentro de una imponente cerca con varias entradas, entre la que destaca la llamada del Bosquecillo. La huerta se distribuye de forma regular en varios cuadros cuyo riego estaba asegurado por un formidable estanque que proporcionaba agua a la huerta y pescado a los monjes para sus abstinencias. El estanque está rodeado por un paseadero al que se accede mediante unas escaleras, todo de finísima y original arquitectura. Hoy en día en el estanque viven numerosas carpas y una pareja de cisnes negros y otra de cisnes blancos. La vista de este estanque reflejando la fachada Sur del monasterio desde la carretera que lo rodea pasando bajo el Arco de Compaña es uno de los mejores momentos de la arquitectura del Renacimiento español y, por supuesto, una foto irrenunciable para el visitante.
Dentro de la huerta hay un sencillo pero interesante Pozo de Nieve, así como una construcción llamada la Chacinería (1596), original construcción entre vivienda para el hortelano y almacén de áperos.
En los sótanos del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial existe hoy en día el denonimando Museo de Arquitectura, instalado en la llamada por Juan de Herrera Planta de Bóvedas, en el que se exponen planos, materiales y herramientas utilizados en la construcción del monumento. Dividido en once salas, se muestran en ellas reproducciones de los planos usados en la construcción del Monasterio, costo de las obras, herramientas usadas, las grúas que llevaron las piedras a lo más alto del edificio, y la importancia que los diferentes oficios tuvieron en la fábrica de El Escorial. Fue creado en el año 1963 como parte de las exposiciones celebradas para conmemorar el IV centenario de la colocación de la primera piedra del edificio. La muestra se distribuye en dos zonas: la primera está dividida en seis salas donde se explica la idea y gestación del Real Monasterio; la segunda, que consta de cinco salas, recoge una selección de los materiales, herramientas y máquinas que se emplearon en su contrucción.
La Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial está considerada como una de las mejores bibliotecas renacentistas del mundo, rivalizando con la Vaticana de Roma, la Laurentina de Florencia y la Marciana de Venecia. Para su creación el Rey Felipe II se rodeó de los más eminentes humanistas de la época, que recorrieron España y otros muchos países para seleccionar sus ricos fondos documentales. Posee una colección de libros de un valor incalculable. Fue organizada por el gran humanista Benito Arias Montano, ayudado por el padre José de Sigüenza hacia 1577.
La Biblioteca se fundó en el siglo XVI con la colección particular de Felipe II, compuesta por más de 1.200 volumenes, y se fue engrosando con libros procedentes de bibliotecas privadas pertenecientes a la nobleza de la época y a prestigiosos humanistas y eruditos. Originalmente se ubicaba en el centro de la fachada de Mediodía, en una torre que finalmente no se construyó y de la que sólo quedó el resalte. Tras ingresarse las bibliotecas completas de los Monasterios de Guadalupe y de la Capilla Real de Granada y las innumerables compras realizadas por toda Europa, en las que no se escatimaron ni los medios ni el dinero, hubo de buscarse una nueva ubicación. En 1574 se contrató la obra de la nueva biblioteca que se situaría a la entrada del Patio de Reyes, que originalmente era un patio abierto. La fachada Oeste pasaría pues de tener dos puertas -colegio y convento- a tener tres, siendo la central un eco de la portada de la basílica.
En el siglo XVII dos auténticos tesoros engrosaron el acerbo fundacional, la soberbia colección de manuscritos árabes del Sultán de Marruecos Muley Zidán y mil códices de la biblioteca del Conde-Duque de Olivares. La librería laurentina fue enriquecida por tres monarcas de la dinastía de los Austrias: Felipe II, Felipe III y Felipe IV.
A pesar de los incencios, como el de 1671 que destruyó más de cuatro mil ejemplares, las guerras y otras muchas vicisitudes que menguaron notablemente sus fondos, la Biblioteca sigue siendo hoy en día la joya principal del Real Monasterio. La mayor importancia de la Biblioteca radica en los numerosos y selectos códices que posee, que abarcan todas las disciplinas y están escritos en numerosas lenguas. Los fondos manuscritos escurialenses son de extraordinario valor literario, artístico, arqueológico, documental y de índole paleográfica.
Destaca la colección de códices latinos, que incluyen piezas bibliográficas únicas como el Códice Aureo (escrito con letras de oro) o el Códice Albeldense. Los fondos árabes y griegos son de los mejores de Europa. La sección manuscrita hebrea es poco numerosa pero cuenta con piezas significativas como la Biblia de Arias Montano y una Misná y Talmud del siglo XVI. Como joyas de la literatura castellana deben considerarse: Las obras de Alfonso X el Sabio, y en especial sus famosas Cantigas de Santa María.
El libro más antiguo que se conserva en la Biblioteca es el "De Baptismo" de San Agustín, escrito entre los siglos V a VI en letra latina uncial. Fue regalado a Felipe II por su tía la Reina María de Hungría, hasta el siglo XIX se creyó autográfo de San Agustín. La Biblioteca también conserva una rica muestra de libros impresos antiguos, especialmente incunables y ediciones del siglo XVI, y una importante colección de grabados de la época fundacional que representan todo el mundo artístico que floreció en la Europa del siglo XVI en el manejo del buril.
En la actualidad, la Biblioteca Real contiene unos 45.000 impresos, la mayoría de los siglos XV y XVI, una colección de más de 5.000 manuscritos, que se distribuyen en las siguientes lenguas según su importancia númerica: árabe, latín, castellano, griego, italiano, hebrero, catalán, francés, chino, persa, portugues, turco, armenio, aleman y nahualt. Posee, en números aproximados, unos 1.700 manuscritos arabes y persas, cerca de 1.400 latinos, en torno a 800 en castellano, casi 600 griegos, 80 italianos, casi igual numero de hebreos, unos 50 catalanes y valencianos, unos 30 franceses y provenzales, unos 20 persas, una quincena de portugueses o de gallegos, una decena de turcos, un par de armenios, otros tantos alemanes, y uno de la lengua mejicana llamada nahualt. Se conservan también obras autógrafas de Santa Teresa de Jesús.
La biblioteca consta de un Salón Principal, salas contiguas y un Salón Alto. La visita se limita actualmente al Salón Principal o Salón de Impresos.
SALÓN DE IMPRESOS
Además de su riqueza bibliográfica, es de admirar el propio recinto del Salón de Impresos de la Biblioteca del Monasterio de El Escorial. Mide 54 metros de largo por 9 de ancho y 10 de alto, y está cubierto por una bóveda de cañon orientada de Norte a Sur. La impresionante bóveda, decorada por Peregrin Tibaldi (con obras de Castello, Granello y Carducho) según un programa iconográfico en el que intervino el Padre Sigüenza, aparece dividida en siete compartimentos que representan en forma de matronas a las siete artes liberales o ciencias que se impartían en esa época en las universidades: Gramática, Retórica, Dialéctica, Aritmética, Música, Geometría y Astrología (la Astronomía de la época, no el esoterismo actual). Los dos medios puntos de los testeros se reservan para la Filosofía (Norte) y Teología (Sur). Justo en el centro, frente a las estatuas de los reyes de Judá, se representó a la reina de Saba proponiendo enigmas al rey Salomón. En el friso, Bartolomé Carducho pintó catorce historias relacionadas con las artes representadas.
Sobre un suelo de mármol gris se levantan dos hileras de estanterías, diseñadas por Juan de Herrera en orden dórico y talladas por Giuseppe Flecha y Gamboa con maderas finas como el ácana, el boj, el ébano, el nogal y el terebinto. Las estanterias están divididas en 54 estantes, con seis tablas cada uno, que fueron protegidos a lo largo del siglo XVIII mediante puertas de rejilla con alambre, menos el segundo anaquel que va cerrado por una tabla de madera con cerradura. Todos los muebles están asentados sobre un zócalo de mármol jaspeado. Desde el remate de las estanterías todas las paredes y la bóveda están pintadas al fresco.
En la entrada se encuentra una esfera armilar de madera de pino fabricada según el sistema Ptolomaico, que situaba a la tierra en el centro del universo; la esfera armilar fue realizada en 1582 por Antonio Santucci en Florencia. En el Salón de Impresos se guardan también globos terrestes y celestes, mapas, instrumentos matemáticos y científicos.
En el eje longitudinal del salón hay hasta ocho mesas de diferente procedencia; destaca un tablero con rica taracea, del siglo XVII, y cinco mesas rectngulares en mármol gris con cercos de bronce, de tiempos de Felipe II. En la Biblioteca también puede contemplarse un bello mueble del siglo XVIII de maderas finas, denominado monetario, que se utiliza para guardar una colección de monedas. Cuatro retratos a tamaño natural adornan la biblioteca, representando a Carlos V, Felipe II, Felipe III y Carlos II; los tres primeros, obra de Pantoja de la Cruz y el cuarto de Juan Carreño. También están los retratos de fray José de Sigüenza, Arias Montano y Pérez Bayer.
CÓDICE AUREO: El mundo científico considera al Códice Aureo como el más importante manuscrito alemán que se conserva, incluso se ha llegado a decir que constituye el "non plus ultra" del lujoso arte librístico medieval. Está escrito en letras de oro y contiene los cuatro Evangelios, los prefacios y epístola de San Jerónimo y los Cánones de Eusebio de Cesarea. Fue realizado entre los años 1043 y 1046, contiene 170 hojas de vitela fina y 58 miniaturas. El Códice Aureo manifiesta el estilo característico de la escuela alemana en tiempos de los Otones. Fue escrito en memoria de Conrado I y regalado a Felipe II por su tía la Reina María de Hungría.
CÓDICE ALBELDENSE: También conocido por Códice Vigilano por llamarse su copista Vigila. Se trata de un manuscrito mozárabe con influencias muy directas de fuentes bizantinas. Fue escrito en el año 974 al 976 en letra minúscula redonda visigoda, forma un grueso volumen en gran folio, con numerosas viñetas, muchas de ellas a página entera. Contiene la colección de Concilios orientales, Africanos, de la Galia y de España, 101 epístolas decretales de los Romanos Pontífices y el tratado "Varones Ilustres" de San Jerónimo. Fue regalado a Felipe II en el siglo XVI por el Conde de Buendía.
CÁNTIGAS DE SANTA MARIA: Las Cántigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio, es un códice importantísimo para conocer la vida y las costumbres medievales en la España de las tres religiones: cristiana, islámica y judaica. En sus miniaturas aparecen los muebles, arquitectura, armas, indumentaria civil, militar y religiosa de la época. Es un códice en pergamino a dos columnas, letra gótica francesa del siglo XIII, con 256 hojas y 1.257 miniaturas. Recoge 193 cántigas escritas en gallego.
Las dependencias civiles del Monasterio de El Escorial se conocen con el nombre de Palacios. Estas estancias se crearon en torno a la parte posterior de la Basílica y su acceso se realiza por la puerta central de la fachada Norte. En la actualidad se puede visitar los recintos que se conocen como Palacio de los Austrias y Palacio de los Borbones.
PALACIO DE LOS AUSTRIAS
El denominado "Palacio de los Austrias" (siglo XVI) fue lugar de residencia, de retiro y meditación del Rey Felipe II. Estas dependencias son de una enorme sobriedad, aunque de sus paredes cuelgan numerosos cuadros, entre ellos "Los pecados capitales" de El Bosco. Actualmente la visita se limita a los Cuartos Reales y la Sala de Batallas.
En las dependencias privadas de los Reyes se pueden comtemplar importantes obras pictóricas de la escuela española de principios del XVII, de las escuelas flamencas del XVI y XVII y de la escuela italiana y veneciana del siglo XVI.
CUARTOS REALES
Los Cuartos Reales o Casa del Rey son el conjunto de habitaciones que ocupaban el rey y su familia cuando acudía al Monasterio de El Escorial, y que se construyeron en dos pisos alrededor del Presbiterio de la Basílica y en torno al Patio de Mascarones, un singular patio interior que fue diseñado por Juan Bautista de Toledo y en cuyo centro se sitúan dos fuentes con surtidores en forma de mascarones. Se siguió el mismo esquema arquitectónico que quiso Carlos V para el Palacio de Yuste, con el objetivo de facilitar la comunicación con la iglesia. Esta circunstancia permitía al monarca seguir directamente los actos litúrgicos desde sus habitaciones.
Estas habitaciones son amplias y llenas de luz; son muy característicos sus zócalos de azulejos de Talavera y sus suelos de baldosa de barro. La decoración no es la "original", pero la actual introduce de lleno en el ambiente austero que tuvieron a finales del siglo XVI. Una de las salas más interesantes es el Cuarto del Rey, que está dividido en cuatro piezas: la sala principal, la alcoba, el escritorio y el oratorio. En la Alcoba Real se puede contemplar todavía la cama del monarca, en la que murió un sábado 3 de septiembre de 1598 a las cinco de la mañana. La cama, que se encuentra colocada sobre una tarima de cordobán del siglo XVI, fue construída de madera de nogal y está vestida con tapicerías flamencas del mismo siglo.
La colocación del lecho se tuvo que adaptar al deseo del Rey de poder ver el Altar Mayor de la Basílica desde su cabecera. El monarca solía seguir la misa desde el Oratorio, una pieza que se sitúa entre la alcoba y el Presbiterio. junto a esa estancia desornamentada se construyó un lujoso oratorio, con magníficos mármoles y pinturas, para separarlo del presbiterio. Esta comunicación entre el espacio sagrado y el profano, con decoraciones radicalmente diferentes pero ambas destinadas al propio rey -la Basílica de El Escorial no era de culto público, sino que se comportaba como una descomunal capilla privada- nos ayuda a comprender la compleja personalidad de Felipe II.
Numerosos cuadros y tapices cuelgan de los salones de recepciones, destacando «Los pecados capitales» de El Bosco y una amplia colección de retratos. Situado en el lado opuesto y con la misma distribución espacial se encuentra el Cuarto de la Reina, una estancia que utilizó Felipe III cuando todavía era príncipe, y su hermana la Infanta Isabel Clara Eugenia. la alcoba presenta otra cama, de sencilla traza, revestida con telas orientales del siglo XVI.
Antes de llegar a las habitaciones de los monarcas hay que atravesar otras dependencias de los Cuartos Reales. En ellas se pueden contemplar interesantes objetos como, por ejemplo, excelentos ejemplos de morteros del siglo XVII; una alfombra española y una mesa adornada con incrustaciones de márfil , ambas también del siglo XVII; dos grandes relojes solares insertados en el pavimento; diversas piezas de modelos de loza de Talavera que abarca de los siglos XVI al XVIII y, en el llamado Salón de Embajadores, dos sillas plegables de madera fabricadas en China hacia 1570 (época Ming) y los retratos de todos los Monarcas de la Casa de Austria. Merecen especial mención las singulares e impresionantes puertas de marquetería. También resulta interesante ver la supuesta silla-litera de manos que utilizó Felipe II para realizar su último viaje al Monasterio, cuando enfermó de la gota, ubicada en el zaguán.
PUERTAS DE MARQUETERIA: se trata de un conjunto de cinco puertas que fueron realizadas en la ciudad alemana de Augsburgo, quizás en el taller de Bartolomé Weisshaupt, entre los años 1562-68. La tradición dice que pudieron ser un regalo del emperador Maximiliano II a Felipe II, que en 1572 las mandó instalar en sus aposentos del Monasterio. Las maderas utilizadas en estos impresionantes trabajos de marquetería son: fresno, arce, nogal de diferentes coloraciones, haya y peral. Los motivos de los paneles de las puertas son versiones simplificadas de láminas de flamenco Vredeman de Vries. Las dos puertas más espectáculares están situadas en los testeros de la Antecámara; la que se encuentra en el lado de la Galería -fechada en 1567- está considerada como una de las obras maestras de la ebanistería alemana.
RELOJES DE SOL: la iluminación fue uno de los aspectos más cuidadosamente pensados a la hora de diseñar el Real Monasterio de El Escorial. En este monumento la luz está considerada como un elemento arquitectónico más, hasta el punto de que para autores como Taylor creen que Felipe II fijó la orientación del edificio según el recorrido que hace el sol el día de San Lorenzo, patrón de la construcción. Más bien parece que el edificio se orienta a Jerusalén, orientación típica por otra parte de muchas iglesias de la época, como la de la capilla del Palacio de Carlos V en Granada. Testigo de la presencia constante de la luz son los relojes de sol que hay embutidos en el pavimento dentro del recinto del Palacio de los Austrias. Incrustados en el suelo se puede contemplar también dos ajustadores solares realizados en 1755 por el matemático húngaro Juan de Wendlingen. Estos instrumentos servían para poner los relojes en hora.
SALA DE BATALLAS: esta impresionante estancia, situada en la planta principal del lado Sur del Patio Real, inicialmente fue conocida como Galería Real. Cuando en el siglo XVIII Carlos III reorganizó los Aposentos Reales perdió su significado dentro de la etiqueta palaciega y pasó a denominarse Sala de Batallas. Se trata de una impresionante sala decorada con pinturas al fresco con motivos bélicos. Diez ventanas iluminan esta estancia de 55 metros de larga por 5 metros de ancho y 7 metros de altura. Se representan pasajes de las más famosas batallas ganadas por los ejércitos españoles. Este tipo de recinto tuvo un amplio uso en el Renacimiento, ya que permitía disponer en el interior de los palacios de amplios espacios cubiertos donde se podía practicar desde el paseo, hasta audiencias, representaciones teatrales o conciertos de música. Su situación se puede considerar estratégica ya que comunica directamente con los Aposentos Reales, la Basílica y el Colegio.
Dada su gran importancia dentro del mundo del siglo XVI, la Sala de Batallas recibió una cuidadosa decoración pictórica, que fue concebida siguiendo un programa iconográfico político-religioso. En esta sala todas las pinturas son frescos, incluída la bóveda, de estilo pompeyano. Se restauraron entre 1882 y 1890 por Runesindo Martín y sus hijos. Los autores de este magno proyecto fueron Fabricio Castello, Nicolás Granello, Lázaro Tavarón y Orazio Cambiasso que comenzaron a trabajar en esta pieza en 1585 y que, tras numerosas interrupciones, dieron por terminado el trabajo en 1589.
La decoración está concebida de tal manera que para realizar su lectura hay que dar la vuelta completa a la estancia. En la pared principal se relata "La Batalla de la Higueruela", ganada por Juan II de Castilla a los moros granandinos en Sierra Elvira en 1431. En el primer testero se describe el "Castigo a la Isla Tercera" por la Armada española. Las escenas de las entreventanas narran nueve episodios de la campaña francesa de Felipe II, cuyo momento culminante se produjo el día 10 de agosto de 1557 con la gran batalla de San Quintín. En el segundo testero encontramos otro episodio de "La conquista de la Isla Tercera". Destaca, por su gran belleza, la fina decoración del techo a base de grutescos.
MUSEO DE PINTURA
Se denomina Museo de Pintura a las habitaciones situadas inmediatamente debajo de los Cuartos Reales del Palacio de los Austrias y cuyo uso inicial fue el proporcionar a la Familia Real un conjunto de aposentos complementarios para utilizar durante las jornadas estivales. Estas estancias fueron restauradas en 1964 y convertidas en Pinacoteca. Su aspecto y decoración semejante a las Salas Capitulares; sus solados son de mármoles blancos y grises. La visita a los museos laurentinos arranca en la Antesala de Honor, donde se expone una de las piezas principales de la imaginería española de finales del siglo XVII: San Miguel venciendo al demonio, de Luisa Roldán, conocida como "La Roldana"; esta figura fue realizada por mandato de Carlos II en 1692 y su ejecución le valió a la artista el título de "Escultora de Cámara". Completan la decoración de este salón dos interesantes tapices: Dios envía el ángel Gabriel a la Virgen María y Tribulaciones de la vida humana, inspirado en el cuadro del Bosco El Carro de Heno, que también se encuentra en este Monasterio. El primero pertenece a la Colección de Tapices del Patrimonio Nacional llamada "Los Triunfos de la Madre de Dios" o "Paños de Oro" y el segundo a la Colección de Tapices del Patrimonio Nacional denominada "Las Tentaciones de San Antonio".
En el Salón de Honor, de 16 x 9,5 metros, se puede contemplar el magnífico cuadro: "El Martirio de San Mauricio y la Legión Tebana", obra de Doménico Theotocopoulos, El Greco. Se encuentra también en este salón el resto de los paños que forman la serie de los Paños de Oro, esta colección de tapices fue comprada por la Reina Juana el 10 de agosto de 1502 al tejedor flamenco Pierre van Aelst y se cree que los cartones fueron realizados por Quintín Metsys.
El resto de la Pinacoteca del Real Monasterio de El Escorial se ubica en diferentes salas de las estancias conocidas como Palacio de Verano.
Sala I: Pintura italiana. Aquí se han reunido obras realizadas en Italia durante los siglos XVI y XVII, entre las que destacan las de la escuela venenciana:
Sala II: Pintura flamenca. Esta sala aparece dedicada a la pintura flamenca de los siglos XVI y XVII; entre otras se recogen las siguientes obras:
Sala III: Michel Coxcie. La tercera sala está dedicada por completo al pintor flamenco Michel Coxcie, conocido por sus contemporáneos por el sobrenombre de el "Rafael flamenco". Coxcie fue pintor de cámara del Emperador Carlos V y su hijo, Felipe II, le tuvo en gran estima encargándole numerosas obras para la decoración del Real Monasterio.
Sala IV: Obras maestras. Esta sala corresponde a la Galería de Paseo del Palacio de Verano, que fue decorada con los seis grandes cuadros de Luca Cambiasso que representan La Batalla de Lepanto y que actualmente se encuentran expuestos en la galería del Patio de Palacio. En esta sala hay también cuadros de Juan Fernández Navarrete "El Mudo", y otras creaciones pictóricas como:
Sala V: Pintura española. En esta dependencia se expone pintura española del siglo XVII. El pintor mejor representado es José Ribera, con los retratos del filósofo Crisipo y del fabulista Esopo junto a las composiciones religiosas San Jerónimo en penitencia y La aparición del Niño Dios a San Antonio de Padua. Hay también un cuadro del pintor madrileño Bartolomé Carducho, La Anunciación, y diversas obras de la Escuela Madrileña. En esta sala se expone además la obra La Presentación de la Virgen en el Templo, de Francisco Zurbarán.
Salas VI, VII, VIII y IX: En estas salas se recogen trabajos de artistas españoles, italianos y flamencos de los siglos XVI, XVII y XVIII, entre ellos Lucas Jordán con Jesús Nazareno, Nacimiento de Jesucristo, Noli me Tangere, La duda de Santo Tomás y San Jerónimo en oración. Aquí está también el retrato de la Reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV, atribuido al taller de Claudio Coello, y una interesante muestras de bodegones, flores y naturalezas muertas de los siglos XVII al XIX.
PATIO REAL
El espacio simétrico al Patio de los Evangelistas se partió en otros tres más pequeños por necesidades funcionales: el de Palacio y dos pequeños para las cocinas y los oficios de boca. El Patio Real, que recoge en dos algibes subterráneos el agua de la lluvia, presenta fachadas interiores propias de un palacio. La planta baja se resuelve mediante pórticos, mientras que la planta noble superior tiene balcones. Esta zona fue modificada sustancialmente por Carlos III y Carlos IV, obra realizada por Juan de Villanueva en 1781 con mimética maestría, afectando de forma muy importante a la fachada Norte.
Tras haber tomado la decisión de fundar el Real Monasterio, Felipe II no dudó un momento en la orden religiosa que se encargaría de su custodia: los monjes de San Jerónimo. Fundado en 1567. Las dependencias que ocupó esta comunidad religiosa y que desde 1885 están habitadas por los padres Agustinos reciben el nombre de Convento.
El recinto del convento se organiza en torno a un gran patio conocido como claustro principal y consta de dos pisos comunicados por la escalera principal. La entrada principal del convento se sitúa en el Patio de Reyes, en el pórtico de entrada a la basílica; la primera estancia de estas dependencias es la Sala de la Trinidad, una amplia habitación de más de 16 metros de largo por casi 10 de ancho donde se conserva un cuadro del pintor español José de Ribera titulado "La Santísima Trinidad" (1635).
Como el resto de las fundaciones religiosas, el convento del Monasterio de El Escorial cuenta con un recinto denominado Capítulo, donde se reune la comunidad religiosa para discutir asuntos internos. También hay que destacar la Celda Prioral Baja, con un impresionante techo realizado por Francisco de Urbino, en cuyo centro se representa el tema El juicio de Salomón. La sala está dedicada a la pintura flamenca, principalmente de El Bosco, uno de los pintores favoritos de Felipe II. El altar de esta celda está presidido por el Retablo o Altar Portátil de Carlos V, realizado en plata sobredorada , esmaltes y madera, durante la primera mitas del siglo XVI.
El área conventual cuenta también con la sacristía, todavía en uso, lugar donde se visten los oficiantes para el culto religioso. Aunque cerrada al visitante, merece la pena hacer hincapié en el recinto ocupado por la comunidad agustiniana, que se conoce con el nombre de Clausura. Otra estancia de interés es la Iglesia Vieja o Iglesia de Prestado, que se usaba para el servicio litúrgico privado de los monjes; el Altar Mayor se conserva tal y como quedó en el siglo XVII, con el conjunto de lienzos de Tiziano donde destaca El Martirio de San Lorenzo, una de las obras maestras del renacimiento italiano. Es reseñable también la carpintería de esta pieza, en especial el sitial del Prior, en cuyo frontispicio aparece un cuadro de Escuela Veneciana del siglo XVI.
Actualmente la visita del convento se limita a las dependencias situadas en el Claustro Principal Bajo: La Sala de la Trinidad, la Escalera Principal, las salas Capitulares y la Celda Prioral Baja. La sacristía y la Iglesia de Prestado, debido a que son dependencias de uso por la actual Comunidad Agustiniana sólo se abren al público en ocasiones especiales.
CLAUSTRO PRINCIPAL
Toda la zona conventual se organiza en torno a un gran patio conocido como Claustro Principal y a cuatro patios menores, todos con una rica decoración ya que se consideraban espacios de oración y meditación y vías para celebrar procesiones.
El Claustro Principal se debe a la traza de Juan Bautista de Toledo, aunque su ejecución material corrió a cargo de Juan de Herrera. Su construcción no se inició hasta el año 1569 y fue creado en torno al Patio de los Evangelistas. Esta obra maestra del Renacimiento europeo se compone de un orden dórico romano en la planta baja y otro jónico en la alta que le confieren un extraordinario tono de monumental clasicismo.
Desde el primer momento este espacio religioso recibió una esmerada decoración pictórica. El programa pictórico fue iniciado por Luca Cambiasso que despues fue sustituido por Pellegrino Tibaldi; este maestro ejecutó una ingente obra en la que consiguió desarrollar al máximo su técnica "puntillista" a modo de miniatura.
Se necesitaron cinco años para crear uno de los más impresionantes programas inonográficos que describe, en un estilo grandioso, la Historia de la Salvación desde la Concepción de la Virgen María hasta el Juicio Final. Las inclemencias del tiempo y las restauraciones sufridas han hecho que el conjunto sufriera hasta casi desaparecer, aunque fue restaurado en la décda de los 90. En las cuatro esquinas del Claustro aparecen representados los momentos más importantes de la vida de Jesucristo, pintados sobre trípticos de madera que únicamente se abren durante las procesiones.
PATIO DE LOS EVANGELISTAS
El espacio creado alrededor del Claustro Principal del Convento recibe el nombre de Patio de los Evangelistas y constituye una de las lecciones más importantes de arquitectura que guarda el Monasterio de El Escorial. Sus dos pisos fueron realizados por Juan Bautista de Toledo al estilo italiano.
El patio se divide en cuatro grandes cuadrados, orientados según los puntos cardinales, que a su vez se subdividen en otros cuatro. Así se crean hasta 16 áreas, de las cuales cuatro se utilizan como estanques y las doce restantes como zonas ajardinadas. Toda la estructura está rodeada por una balaustrada. Pero lo que más llama la atención es su gran riqueza decorativa. Cada lado del patio está compuesto por once arcos que forman dos pisos, el primero en orden dórico con basa y el segundo en orden jónico.
EL TEMPLETE CENTRAL
En el centro del patio se levanta un hermoso templete realizado en piedra y con el interior forrado con mármoles y jaspes de diferentes colores sobre traza de Juan de Herrera. Se puede leer en él la influencia bramantesca de San Pietro in Montorio, pero con una disposición que parece más influida por la tradición monástica hispana, cuyo máximo exponente puede verse en Guadalupe. La idea del patio como un nuevo Paraíso Terrenal puede verse también en las cuatro fuentes que surgen del templete, que recuerdan los cuatro ríos que surgían del centro del Paraíso citados por el Génesis.
La decoración del templete está compuesta por las esculturas de los cuatro evangelistas: San Mateo, San Lucas, San Marcos y San Juan, cada uno cincelado en un sólo bloque de mármol. Todos aparecen vestidos con elegantes túnicas y portan un libro abierto entre sus manos en el que puede leerse un fragmento de su Evangelio escrito en la lengua en que fueron concebidos. La obra del patio de Evangelistas fue encomendada al escultor toledano Juan Bautista de Monegro, que necesitó cinco años para realizar las bellas esculturas de los evangelistas.
SALAS CAPITULARES
Al igual que todas las fundaciones de carácter religioso, el Convento del Monasterio de El Escorial está dotado de lo que se denomina Capítulo: un recinto destinado a celebrar las reuniones de la comunidad para discutir asuntos internos, unos encuentros que comenzaban siempre con la lectura de un capítulo de las Sagradas Escrituras. Los monjes se juntaban cada ocho días, exponiendo sus culpas para que estar siempre en pie de observancia. En el Monasterio de El Escorial se hizo necesaria la creación de dos Capítulos que reciben el nombre de Prioral y Vicarial y que se conocen como Salas Capitulares.
Tras la celebración del IV Centenario de la terminación de las obras del Real Monasterio se decidió que en estas salas se colocarían solamente pinturas para así aproximarse a la decoración que tuvieron en el siglo XVII. En el atrio o zaguán y en el Capítulo Vicarial se exponen pinturas españolas de los siglos XVI y XVII, principalmente de José de Ribera y numerosas obras del Greco. El Capítulo Prioral se ha dedicado sobre todo a la pintura veneciana del siglo XVI, con obras de Tiziano, Jacobo Tintoretto y Pablo Veronés. Otras pintores aquí representados son El Bosco, Velázquez, Mártire Neri, Navarrete y Mario de Fiori. En los dos Capítulos se conservan sendos atriles, uno en forma de águila con alas desplegadas que se dedicaba a la lectura del Evangelio de San Juan y otro del flamenco Juan Simón (Jan Simoens) en forma de ángel para la lectura del Evangelio de San Mateo.
Atril para la lectura del Evangelio, de Juan Simón de Amberes (1571) [Pulse en la imagen para verla ampliada] |
Decoración con grutescos de las bóvedas de las Salas capitulares |
SACRISTIA
La sacristía, que se encuentra hoy en día todavía en uso, es la zona del Convento destinada a guardar los objetos necesarios para el culto divino y que se utiliza también como lugar donde se revisten los oficiantes para llevar a cabo el culto religioso.
La sacristía goza de una situación muy estratégica ya que se encuentra comunicada con todos los lugares más relevantes del Monasterio. Su aspecto apenas ha cambiado desde el siglo XVI, a excepción del Altar de la Sagrada Forma. De la decoración inicial se conservan todavía numerosos elementos, como la impresionante cajonera adosada a la pared realizada para guardar ornamentos litúrgicos y objetos de culto y que fue construída en maderas finas embutidas y mosaicadas. Los únicos adornos del recinto son siete espejos barrocos y una serie de obras de Tiziano, José de Ribera y Lucas Jordán.
El Altar de la Sagrada Forma es el proyecto artístico más ambicioso de la escuela madrileña del último tercio del siglo XVII. Fue mandado construir por Carlos II y en él aparece la obra maestra del pintor Claudio Coello: el cuadro La Adoración de la Sagrada Forma por Carlos II (siglo XVII) que, mediante un artificio barroco, prolonga en un espacio imaginario la perspectiva de la Sacristía. El lienzo es, en realidad, una pantalla o velo que oculta un retablo del siglo XVII y el Tabernáculo neogótico que alberga la Sagrada Forma. Sólo en ocasiones extraordinarias el cuadro desciende, deslizándose sobre rieles, hasta desaparecer del todo dejando ver el retablo y camerín de la Sagrada Forma.
Junto a la Sacristía está la zona conocida como Antesacristía, donde se ubica una impresionante fuente que utilizaban los sacerdotes para lavarse antes de iniciar los oficios divinos. La fuente está realizada en una sola pieza de mármol pardo con seis bocas en forma de cabezas de ángeles, realizadas en bronce dorado.
CLAUSURA
Desde 1885 y hasta la actualidad el Real Monasterio de El Escorial se encuentra encomendado a la custodia de la comunidad de Padres Agustinos por mandato expreso del rey Alfonso XII, bisabuelo del actual monarca de España, Don Juan Carlos de Borbón.
La vida de la comunidad religiosa transcurre en la Clausura, ubicada en torno al Claustro Principal Alto. Allí se encuentran la mayoría de las celdas de los monjes, entre las que destacan la Celda Prioral Alta, lugar utilizado hoy como sala de lectura, y la Celda del Obispo, reservada para los visitantes ilustres que pasan porel Monasterio.
El resto de las dependencias que se abren a este claustro son: el dormitorio de legos, hoy convertido en Aula Magna; la Sala de Capas o Sacristía del Coro, hoy utilizada como capilla y que se llamaba así porque allí donde se guardaban las capas que usaban los cantores en las festividades; el Aula de Moral, espacio en el que se reunían los monjes para estudiar y discutir asuntos relativos a esta ciencia y, por último, el Camerín de Santa Teresa, donde se guardaban los escritos de esta santa que actualmente se conservan en la Biblioteca del Monasterio.
De imponente arquitectura, pertenece a la típica tradición española de escalera imperial con un tramo principal que se parte en dos a los lados a partir de la primera meseta. Ello permite, además de mantener el eje de simetría del convento, compatibilizar los tres pisos del Patio de los Evangelistas con los tres del convento mediante discretas puertas que dan paso de la parte más monumental a la zona más recogida y doméstica. El padre Sigüenza la atribuyó a Bergamasco, aunque su proyecto fue modificado y desarrollado por Herrera. Su caja es de gran altura, por lo que cuenta con una cubierta propia que cubre la gran bóveda esquifada y que permite iluminar desde arriba sus magníficos frescos.
Su interesante decoración pictórica está compuesta por frescos de Tibaldi, Luca Giordano y Luchetto, entre los que destaca "La batalla de San Quintín" y la "Fundación de El Escorial", en la que Felipe II discute las trazas del Monasterio con sus dos arquitectos, Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, y el obrero Mayor, el jerónimo Fray Antonio de Villacastín.
La entrada principal al convento se realiza por la fachada Oeste, a través de la portería que comunica con las dependencia de servicios: cocinas, cantinas y almacenes. El acceso noble se realizaba desde la portería o "Sala de los Secretos", en el vestíbulo de la basílica, bajo la torre Sur de la fachada de los Reyes.
Están formados por crujías en forma de cruz griega dejando cuatro claustros menores iguales en una tipología que Zuazo relacionó con los antiguos hospitales de la época de los Reyes Católicos. El espacio que dejan en el centro de la cruz lo ocupa la "Lucerna", un interesante y casi desconocido prodigio de "modernidad" en el que el espacio interior fluye verticalmente hacia la iluminación cenital de la bóveda y las ventanas, en lugar de introducir la luz por sus fachadas, la sacan hacia los brazos de la cruz.
En los cuatro claustros menores de la Clausura se encuentra el Refectorio, la Balsa de Necesarias o Cloacas -uno de los pocos ejemplos que nos han llegado de arquitectura de servicios del siglo XVI- y la Ropería, actual sala de manuscritos de las Biblioteca. El cuadro en el que se inscribe la cruz aloja las celdas, previstas para cien monjes.
En el cuadrante Noroeste del Monasterio se ubicó el Colegio o Seminario, donde -como una inagotable cantera- se forjarían los monjes que se ocuparían del culto perpétuo que buscaba Felipe II para las tumbas de su familia. El esquema arquitectónico es similar al de las cocinas, excepto uno de los patios que -extrañamente- quedaría como un patinejo que da servicio a las cocinas sin ningún tipo de decoración. Los brazos de la cruz los ocupan la cocina, el refectorio de los colegiales, el paseadero cubierto (hoy salón de actos) y la despensa, calefección y necesarias.
El patio situado al Norte se suele llamar del Seminario, ya que a él dan el refectorio y el aula de Gramática. En su piso alto se encuentran el dormitorio del Seminario, gran sala corrida que contrasta con las celdas individuales de los monjes que ocupan la posición simétrica en el quadro. Los otros dos son el del Colegio y el del "paseadero", en doble altura. Antiguamente se pasaba de uno a otro a través de sus vanos vacíos (Sigüenza lo llamaba la "lonja del Colegio" por su carácter abierto), pero por desgracia hoy se encuentran cegados. Al sur, con fachada al Patio de los Reyes, cierran el conjunto las aulas de Teología y Artes.
(III. Descripción de la Basílica de El Escorial) |