Otro punto importante es el de los pintores e ilustradores que representaban escenas de la vida de Jesucristo, ya que no siempre se basaron en estas reconstrucciones del Templo. Para este asunto nos remitimos al magnífico libro de Juan Antonio Ramírez Construcciones iluorias. Arquitecturas descritas, arquitecturas pintadas (pp. 113-214, Alianza Forma 36, Madrid, 1983), donde trata el asunto con especial acierto. Aquí nos limitaremos a presentar una ordenación más cronológica que temática y a ampliar con algún ejemplo de nuestra propia cosecha.
Tema | Interior | Pórtico | Portada | Exterior | Ingredientes arquitectónicos |
Construcc. Templo | O | ||||
Consagrac. Templo | · | O | o | Altar holocaustos | |
Juicio de Salomón | o | · | o | O | Trono con leones dorados |
La Reina de Saba | o | · | o | O | Trono con leones dorados |
Heliodoro expulsado | o | o | O | ||
Rech.ofrend.Joaquín | · | o | O | Altar holocaustos | |
Presentación María | · | o | O | Escalinata | |
Desponsorios María | · | o | o | O | |
Circuncisión Jesús | O | o | Altar-mesa, sillón de Elías | ||
Jesús y los doctores | O | · | Trono-bimah | ||
Jesús y la adúltera | · | O | . | . | |
Expuls.mercaderes | o | O | · |
Las primeras imágenes del templo que se conservan son las monedas acuñadas en el tercer año de Simeón Bar Kokba (134-135 d.C., es decir 65 años después de su destrucción) y el panel central sobre una hornacina de la segunda sinagoga de Dura-Europos (245 d.C.). También puede verse en el mosaico del plano de Jerusalén, esquemático y a la vez realista, de la iglesia de Madaba (s. VI), donde se ven además el cardo romano y el Santo Sepulcro.
Las representaciones medievales, influenciadas por el Domo de la Roca y el Santo Sepulcro, tendían a la centralidad. Estos cuadros tenían intenciones más simbólicas que realistas, ya que no buscaban objetivos de reconstrucción histórica. El Templo de Jerusalén se representaba más bien como una iglesia coetánea, pesando más bien el deseo de proyectar sobre él las connotaciones positivas del estilo gótico, como hemos visto en el caso de Jean Fouquet. No en vano, los pintores se enfrentaban a la obra arquitectónica más impresionante y perfecta que han conocido los siglos, diseñada por el mismo Creador.
La imagen del Templo de Salomón se vió contaminada por la fuerte estampa del Domo de la Roca, identificado por los peregrinos con el mismo templo. El profesor Ramírez cree que la proliferación iconográfica en la historia de la pintura del Templo de Jerusalén como edificio centralizado no es algo solo explicable por la moda neoplatónica o desde las consideraciones armónicas del círculo, como cree Wittkower. La imagen de la Jerusalén real, con sus edificios concretos (el Templo de la Roca y el Santo Sepulcro), habría resultado finalmente tan determinante o más que que el relato bíblico.
Sin embargo, tras el Concilio de Trento (1563), los pintores condicionan el atuendo y gesto de los personajes de los cuadros a preocupaciones «arqueológicas», alejándose de posiciones como las tomadas por Miguel Angel. En el Manierismo se tendía más a reconstrucciones más «científicas» como la de Arias Montano. El uso de las imágenes, tras el célebre decreto de 1563 se consagra como un eficaz instrumento de adoctrinamiento y propaganda orientado a la captación de masas.
En el mismo Monasterio podemos encontrar espléndidos ejemplos de reconstrucciones pictóricas del Templo Hierosolimitano. El templo comienza a reproducirse en una clara planta rectangular, enmarcado por sistemas más o menos complejos de patios, a la vez que se mantienen las otras dos corrientes: los que les resulta difícil sustraerse a la potente imagen cuadrada de Villalpando -postura que en el Barroco pasa a ser casi oficial- o a la centralizada, influenciada directamente por el Domo de la Roca en Jerusalén. Sin embargo, como el profesor Ramírez ha destacado, la fidelidad a los tratados o a las ilustraciones rigurosas de la Biblia no ha sido, en general, excesiva. La visión del Templo de los pintores es fragmentaria y ambigua, más bien destinada a evocar que a describir.
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